Algunos objetos artesanos tradicionales de una casa pradeña: Puchero de barro, cuerno de buey vacío, cuchillo fabricado por un herrero local y calabaza hueca para guardar semillas |
Hasta la mitad del siglo XX,
ántes de la llegada generalizada de productos industriales, durante siglos en
Villa del Prado, se fabricaron muchas cosas útiles para la vida cotidiana,
tanto por parte de artesanos, que las comercializaban, como por parte de
vecinos particulares, que se las fabricaban ellos mismos. Para que no se pierda
el recuerdo de algunas de éstas cosas, en éste artículo, de forma muy resumida,
veremos algunas de ellas.
Hierros y Herramientas:
En Villa del Prado hubo herreros
a lo largo de la historia del pueblo que fabricaban cuchillos para todo uso,
raspaderas, tenazas y ganchos para la matanza del cerdo que se hacía en cada
casa. También clavos y piezas de distinto uso y herramientas del campo. Una de
éstas herramientas es la Podadera, que se usaba para podar las viñas y que cayó
en desuso hace décadas y que se conserva aún en algunas casas; una herramienta,
pues, etnológicamente pieza de museo. Uno de los herreros de artesanos que
funcionaba en el pueblo en la década de 1930 era Manuel López, el cual grababa
su nombre en todas las herramientas que hacía.
Carros y carruajes:
Existieron en el pueblo fábricas-taller de carros que fabricaban éstos vehículos enteramente
en el pueblo, como por ejemplo los talleres de Dueñas y Céspedes, y los del señor Crisanto Parro, que
fabricaban enteramente tanto las piezas de madera como las de hierro de éstos
vehículos de dos y cuatro ruedas, tallando a mano los ejes de las llantas con
un tronco de árbol, y después ajustando los radios y bandas de rodadura de las
ruedas, suelos, barandillas, lanzas y demás piezas del carro. A partir de los
años 1960-70, continuó por un tiempo la construcción de carros en el pueblo
aunque ya con muchas piezas de metal y ruedas de neumático.
Alfareros:
También el pueblo se surtía
durante siglos de sus propias vasijas y botijos, aunque también se compraba
aquí alfarería procedente de Talavera y otros lugares. Los últimos alfareros
pradeños trabajaron en los años 1950.
Cesteros:
En la orilla del río Alberche se
cultivaban plantas de mimbre que luego servían para hacer cestas, capazos y
diversos recipientes muy útiles en las labores del campo, vendimia, etc.
Artesanía popular:
Para fabricar recipientes, los
campesinos de Villa del Prado a veces utilizaban cuernos vacíos de buey. Éstos
gruesos cuernos se proveían de tapas y así se convertían en vasos y
portaobjetos. Éste tipo de vasos de cuerno, es muy común en muchas partes del
mundo desde hace milenios.
Otra manera de fabricar
recipientes de forma tradicional era utilizar calabazas grandes secas, a las
cuales se les cortaba la parte superior, convirtiéndolas en vasijas. En ellas
los campesinos pradeños guardaban en numerosas ocasiones la simiente de los
tomates y otras hortalizas.
También los labradores del pueblo
se fabricaban sus propias herramientas de madera, como bierlos y horquillos.
Para ello escogían una rama de árbol que tuviese una forma adecuada para por un
lado tener forma de mango largo y por otro, los dientes del “tenedor”. Y con
cuchillas y raspadores, darle forma hasta conseguir la herramienta adecuada.
Igualmente se fabricaban las palas de madera con tablas de tronco.
Los garrotes y cayados de
pastores y gente que necesitase bastón se fabricaban igualmente con palos
extraídos del propio campo. Se calentaba un palo muy largo y se iba doblando
por su parte central, haciendo palanca y enrollándolo en un tronco clavado en
el suelo. Se dejaba atado hasta enfriarse y se cortaba por la curva hecha,
quedando hecho un garrote con mango curvo.
Pocas cosas se desperdiciaban en
muchos aspectos de la vida rural de la antigüedad. Incluso de comer carne de
cordero, de los restos dejados en el plato, podían salir unas Tabas, hueso de
la pata del animal, que servía a los niños para jugar. En cuanto a los restos
del orujo de aceite que sobraba del buen aceite de oliva que los pradeños
hacían en las antiguas almazaras o molinos, las mujeres hacían en las casas el
jabón de lavar, mezclando ése orujo con sosa.
Para hacer escobas, bastaba con
buscar unas plantas de espino en el campo, cortarlas de forma adecuada y
atarlas a un palo. Ántes de existir los modernos estropajos de aluminio,
bastaba con salir a la calle a por un poco de tierra gruesa para frotar las
manchas difíciles de los platos y cazuelas mientras se lavaban. Y si los
filetes estaban demasiado gruesos, el ama de casa siempre tenía guardada una
piedra redonda y suave para aplastarlos contra una tabla y dejarlos finos.
En cuanto a los niños, ni que
decir tiene que se tenían que fabricar sus propios juguetes en numerosas
ocasiones, con maderas, cuerdas, latas, etc, haciendo carritos, camiones, arcos
y flechas, espadas, escudos, etc. y obtenían chucherías y golosinas comiendo
determinadas bayas dulces del campo y semillas como las Majuelas, Panecillos,
“Pan y quesito” y Algarrobas dulces.
Para fabricarse un calzado duro y
simple para el campo, los campesinos, ya en el siglo XX, utilizaban trozos de
neumático de coche o motocicleta, recortándolo para hacer las suelas de las
zapatillas llamadas Albarcas, y con unas correas se fijaban éstas albarcas al
pie y tobillo.
Ésta es solo una breve muestra de
los muchos métodos que tenían nuestros vecinos y antepasados para buscarse
ellos mismos con su ingenio sus útiles y objetos de uso cotidiano.
Por Juan Durán
¡QUÉ BONITA FOTO! PARECE UN BODEGÓN DE SÁNCHEZ COTÁN O DE ZURBARÁN.
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