La Picota y varios vecinos, en 1928 |
En Villa del Prado existió también una Picota, que era de cierta altura, hermosura y labrado de la piedra artístico. Las picotas son unos monumentos de piedra en forma de columna, con bases y capiteles labrados. Cada una puede tener su forma propia, existiendo numerosos ejemplos y diseños a lo largo de la geografía española. Éstas grandes columnas también llamadas Rollos, indicaban la jurisdicción y señorío a que pertenecía cada pueblo donde se hallase dicha picota. Durante un tiempo también sirvieron para exponer al escarmiento público a los que infringiesen alguna norma o ley, atándose a la columna al reo; y en otros casos, incluso, si el reo había sido condenado a muerte, se exponía en la picota su cadáver o cabeza, manos, etc., si el castigo había supuesto por ejemplo la decapitación; casos éstos menos frecuentes, y relacionados sobre todo con delitos graves de la época. La mayoría de las picotas fueron construídas en los siglos XV, XVI y XVII.
La picota de la que hablaremos aquí, la de Villa del Prado, se supone que fue construída en el siglo XV, mandada hacer por D. Álvaro de Luna, que fue señor de éstas tierras; pues en uno de los fragmentos que se conserva hoy en dia aparece un escudo con una luna, propio de D. Álvaro. Estaba levantada en un lugar llamado desde antiguo "El Pradillo de la Picota", entre lo que hoy son las calles Pradillo, calle de la Torre y calle de Méntrida. Estaba situada en donde hoy en día se halla una manzana de casas de ladrillo oscuro levantadas en la década de 1990, a la derecha del actual Centro de Artes.
La picota de Villa del Prado constaba de una gran base escalonada de planta redonda, sobre la cual se levantaba un primer cuerpo de fuste de columna recio, grande y alto, que estaba coronado por un hermoso capitel cuadrado gótico, de cuyos cuatro lados sobresalían cuatro gargolillas de piedra. Sobre éste capitel se levantaba una segunda columna más corta de altura, en la que se hallaba labrado el escudo en el que aparece una luna y dos barras. Sobre ésta segunda columna sobresalía otro capitel gótico también de base cuadrada, hermosamente labrado al igual que el primero, y sobre éste último capitel se levantaba un templete sobre cuatro columnillas de piedra, rematado por un pináculo.
La picota de Villa del Prado se alzó allí durante siglos, en ésta zona a las afueras del pueblo, rodeada de campo y a la margen de los caminos vecinales de La Torre de Esteban Hambrán y de la carretera de Escalona, hoy conocida como Avenida de El Alamín. Durante generaciones, desde el siglo XV hasta el siglo XX, se formó una tradición oral en Villa del Prado que yo llegué a escuchar de boca de mi abuela, que afirmaba que en las gargolillas o brazos de la picota se ahorcaba a los que incumplían con las normas impuestas por el casi todopoderoso señor D. Álvaro de Luna, el cual abusaba de los vecinos de ésta villa con impuestos y tasas bastante injustos. Según ésta tradición oral, D. Álvaro de Luna observaba el cumplimiento de las penas a los condenados desde una ventanita que hay sobre el gran arco de su palacio, situado en línea recta decenas de metros mas arriba, a la entrada del pueblo, en lo que hoy es la Plaza de Palacio.
D. Álvaro murió en 1453 víctima de un proceso jurídico que se inició contra él en la corte del rey Juan II, y la picota siguió su existencia solitaria y altiva en aquel paraje del sur del pueblo. Pasaron los siglos y la picota dejó de ser vista con respeto y temor por los vecinos, para convertirse en una compañera más, un monumento que condimentaba con su singular belleza los planos campos de la zona, levantándose como un gigante de granito que hablaba de los señoriales pasados de la villa del Prado. Paseos al atardecer de los pradeños acompañaban a la vieja columna y ya en el siglo XX, incluso algunos se fotografiaban junto a ella, gracias a lo cual nos ha llegado hasta nuestros dias una imagen completa de la Picota. Esto nos da muestra que los habitantes del pueblo la cogieron cariño y la consideraron parte de su historia y patrimonio, como en otros muchos lugares de España.
En tiempos de la guerra civil, un grupo de personajes, decidió derribar la picota porque según decían era símbolo de injusticias pasadas y destrozaron y echaron abajo el monumento, cuyas piedras quedaron caídas por el solar. Aquello no era en absoluto justificable, porque si había pradeños con derecho a sentirse molestos por ella, hubiesen sido los del siglo XV, y no lo quisieron hacer ni ellos ni otros posteriores en el tiempo. Aquella barbaridad dejó al pueblo sin lo que hoy sería un atractivo turístico y monumental más para el municipio. Igualmente hay que decir que después nunca se hizo nada por recomponerlo. Pero también hay un dato que entra dentro de éste enmarañado final de la picota: y es que en 1935, el terreno donde ésta estaba fue vendido a un particular según escritura ante el notario D. Miguel Blasco Zabay, lo que indica, que si la picota fue derribada en 1936, un año ántes había sido vendida íntegra y entera, lo cual también indica un desinterés y menosprecio al monumento por parte del vendedor, en éste caso, el consistorio de entonces.
Respecto a sus restos, quedaron amontonados en el lugar donde se alzaba, y sufrieron diversos avatares hasta hoy. La gran columna principal fue recortada, rebajada de grosor y trasladada al matadero municipal, donde sirvió durante décadas para atar las reses que se sacrificaban para consumo. La abundante cantidad de piedras que formaban los escalones han sido aprovechadas al parecer en algunas obras. Otros restos, quedaron en terreno privado al venderse el solar de la picota a un particular. Por último, la segunda columna, que llevaba tallado el escudo con la luna, estuvo durante muchos años caída junto a la carretera de Alamín-Escalona desapareciendo despues, hacia 1993, y según se dice, hoy en dia guardada en almacenes municipales.
Sería interesante que el Ayuntamiento de Villa del Prado llevase a cabo un proyecto de reconstrucción de la Picota, basándose en la recopilación de los restos que existen y refabricando y reconstruyendo los que faltan, al igual que por ejemplo se ha hecho en la cercana localidad de Méntrida (Toledo), pudiendo colocarse nuevamente en algún lugar próximo a donde estuvo originalmente. Mientras tanto, la conocida y mítica para nuestros abuelos, picota, solo es un recuerdo en desperdigadas piedras y fotografías.
Juan Durán
Hola,Juan:
ResponderEliminarNo sé quien eres, pero tu artículo me ha gustado. Soy un Catedrático Emérito de Instituto, muy amante de la historia. Es una pena que haya habido españoles con tan poca sensibilidad de la realidad historica, incluso aunque no le gustara lo acontecido, como nos pasa a muchos. Pero, eso, no tendría que ser motivo para cometer estos atropellos. Un caso parecido sucedió con el Royo de Navamorcuende (yo no soy de este pueblo), que me contaron que en la época de la II República, un Maestro de Escuela, con gente del pueblo, derribaron el mismo, y no conforme con eso, trituraron las piedras. ¿Sabes de donde era natural el maestro?. De Villa del Prado.
Sigue defendiendo lo histórico y, si podeís, reconstruir el Royo, que en mi opinión es como se debe llamar. La Picota es anterior a los Royos, al menos esa es a la concluisón a la que yo llego. Mi cordial saludo
ES ESTUPENDO TODO LO QUW PUBLICAS DE LA HISTORIA DE VILLA DEL PRADO MUCHAS GRACIAS
ResponderEliminarHacia 1990, como concejal de Cultura, promovi su reconstrucción, se redactó el proyecto, pero no llegó a ejecutarse. Los restos incluso la cabeza donde figura el escudo están tirados junto al almacén municipal detrás del Instituto. Me alegraría que se retomase el proyecto.
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