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La arquitectura popular en Villa del Prado es común a la de la mayoría de los pueblos del sur madrileño y del norte de Toledo. Como sabemos, la arquitectura popular en lo que a materiales se refiere, se provee de los que proporciona el medio natural del lugar. Debido a que nuestro pueblo se encuentra en un límite entre zona montañosa y llana, encontramos, que, dirigiéndonos hacia el Oeste, en pueblos como Cadalso, San Martín o Cenicientos predominan las casas construidas con recia piedra de granito, pero en Villa del Prado predominaba el material del barro y la arcilla, al estar el pueblo en la útima zona llana de la sierra Oeste, utilizándose la piedra apenas para hacer los zócalos bajos de las casas y los refuerzos y adornos de las paredes conocidos como “cadenas”.
Las casas tradicionales de Villa del Prado se dividen en dos grandes grupos. El primero de éstos dos grupos está formado por las casas de barro, que eran las más abundantes. El segundo está formado por las casas de ladrillo cocido o de tejar, generalmente más altas, geométricas y que en algunos casos tienen portadas con escudos e inscripciones, por haber sido en el pasado propiedad de familias pudientes.
Casas tradicionales de barro y piedra:
Las casas y construcciones de barro, bien podían estar hechas con adobe o con tapial, o una mezcla de ambas cosas, generalmente con un zócalo de piedra en mampostería en la parte baja de los muros para dar más fortaleza al conjunto. Las paredes de barro solían después enfoscarse con una capa de arena y cal para formar una costra que las protegiese del desgaste, o también con el mismo fin, podían pintarse de blanco con cal. También quedaban algunas paredes desnudas que en muchos casos mostraban los materiales con que estaban formados los tapiales: barro mezclado con escombros, trozos de teja, pequeñas pìedras, e incluso también a veces se mezclaban con o sin querer pequeños restos de cristales, cuero, maderitas, huesos y otros fragmentos de desperdicios. También, en paredes hechas durante el siglo XX se advierten incluso restos de escoria del carbón del tren mezclados con el barro.
Singular casita típica de tapial de barro y piedra vista que aún hoy puede verse en uno de los callejones de la Calle Infante. |
Portalera con adobe y piedra (hoy desaparecida) |
Respecto a los ladrillos de adobe de las casas de Villa del Prado, suelen estar formados simplemente con barro fino del propio suelo, sin añadidos de, por ejemplo, paja que se hacen en otras regiones. El adobe se hacía en el propio pueblo, utilizando barro simple o arcilloso, que al secarse se dotaba de una gran dureza. Después esos adobes se unían también con barro. Los adobes se realizaban con gradillas de madera y secándolos al sol. Los tapiales se hacían al igual que el moderno método del hormigón, colocando maderas en forma de caja que se llenaban de barro a granel, se prensaban fuertemente y se dejaban secar, retirando después la caja de madera.
Las ventanas de éstas casas solían en la antigüedad ser pequeñas y situadas a gran altura, y estaban en sus origenes provistas de hojas de madera con bisagra o con hoja de madera de quita y pon, muchas veces sin cristal.
Otro ejemplo de casa típica de adobe restaurada en la actualidad. |
Casas tradicionales de ladrillo rojo cocido o de tejar:
Respecto a las casas tradicionales de ladrillo, suelen ser construídas bajo el método del “Aparejo Toledano”, intercalando el ladrillo con “cadenas” de piedra en mampostería. Los ladrillos son del tipo tradicional macizo que muy probablemente provenían del Tejar del Rincón, una fábrica de ladrillos y tejas con hornos que había junto al río Alberche en el término de Aldea del Fresno. Las casas de ladrillo con frecuencia poseen jambas y dinteles de las puertas y ventanas hechas de bloques de granito labrado y en muchas ocasiones, escudos y blasones o fechas de construcción. Son las casas más grandes y sólidas, pero no por ello las de barro son menos bellas. Respecto a las ventanas de ésta casas de ladrillo, suelen ser de gran tamaño, con carpintería y vidrio desde sus orígenes y grandes rejas de forja.
Las casas de barro ofrecían en su acabado unas formas asimétricas e irregulares que casi hacían de ellas unas formas orgánicas, y junto a las de ladrillo formaban manzanas de casas con tejados a varios niveles de altura e inclinación que hacían del conjunto urbano entero un bello ejemplo más de la arquitectura tradicional castellana. Hasta la década de 1970, Villa del prado visto desde lejos ofrecía un aspecto de color ocre y tejados rojizos, en el que se intercalaban algunas paredes blancas.
Respecto al tejado de las casas tradicionales, es de teja típica curva, en color rojo. También las tejas procederían del Tejar del Rincón. En cuanto a otros materiales en la construccion de casas típicas, está la madera, que tan solo se usaba para hacer vigas, en rollos redondos o cuadrados. Los enrejados y balcones de las casas tanto de barro como de ladrillo, son de hierro de forja.
Interior de las antiguas casas típicas:
Los suelos interiores de las casas típicas solían ser en sus mas puros orígenes de simple tierra dura prensada en algunos casos, o bien empedrados con pequeños cantos rodados que a veces hacían dibujos tipo mosaico. Lo más usual eran que los suelos de las casas estuviesen compuestos de ladrillos macizos colocados a modo de baldosa. Para conservar el tono rojizo de éstos suelos, y renovar su aspecto, se les pintaba todos los años con una mezcla de agua y polvos rojos llamados “Almazarrón”. Entrado el siglo XX, los suelos de muchas casas se cubrieron con simple cemento en el cual a veces se hacían dibujos imitando baldosas y posteriormente se generalizó el uso de baldosas industriales y azulejos.
La configuración de una casa típica de Villa del prado solía ser variada, siempre siguiendo unos cánones o estilos propios de la época en que fuera construída y también siempre adaptada al modo de vida del pueblo, en éste caso de economía agrícola predominante. Para poner un ejemplo he tomado un tipo de casa que es la más abundante entre las casas típicas de aquí y que estaría configurada de la siguiente forma:
Las casas típicas suelen estar formadas por una planta baja en la que viven la familia y los animales de labranza y por un piso superior limitado por el propio tejado de la casa, que puede servir para para diversos usos como almacén de objetos, secadero de carne de matanza y otros alimentos, almacén de paja, etc. Éste pìso superior es conocido como “Sobrao”. El piso bajo o vivienda está compuesto por un recinto de entrada conocido como “portal” del cual parten diversas puertas que dan acceso a un solo dormitorio o más según las circunstancias, a una cocina, a un patio o corral, a la escalera de subir al piso superior y también, según las características de la casa, pueden dar acceso a cuadras, bodegas y otros. Los dormitorios reciben el nombre de “Alcobas”.
Muchas puertas interiores de la casa antiguamente eran sin hoja, es decir, tan solo tapadas por una cortina, típicamente hecha de lana de vivos colores. Tan solo la puerta de los dormitorios y de la escalera solía ser con hoja de madera. Hasta muy entrado el siglo XX éstas casas carecían de servicio. Cuando éstos se construyeron se solían hacer aprovechando pequeños cuartos, dividiendo uno ya existente o construyendo el cuarto de baño en el corral o patio.
Respecto al alojamiento de animales está claramente separado del de las personas, habiendo en la casa cuadras, porquerizas, etc. destinadas al uso, y situadas con acceso desde el corral o desde la casa, de forma bien separada. Los corrales suelen variar mucho de tamaño, desde pequeños patios hasta grandes herrenes.
La cocina era el punto más importante de la casa, en donde se hacía la mayor parte de vida doméstica, de la mañana a la noche. Solía ser una habitación más o menos grande en la que simplemente había un hogar donde se hacía fuego para cocinar y calentar la casa y unas alacenas por las paredes para colocar vasos, platos, etc. Las alacenas solían ser una simple hornacina en la pared con tablas que hacían de balda. En algunos casos éstas alacenas solían estar en esquina o tapadas por portezuelas sencillas.
El fuego se hacía directamente sobre el suelo o a veces el hogar estaba solado ó ligeramente alzado por una piedra de granito, en ocasiones procedente de un molino. La parte de la pared donde se hacía el fuego solía presentar una habitual mancha negra de hollín que subía en forma de línea hasta la chimnea. Las paredes de la cocina eran encaladas de blanco hasta el suelo, y en raras ocasiones, decoradas con azulejo en su parte baja.
La chimenea constaba de una gran campana de adobe enyesada que tenía forma recta o cónica, pero en ocasiones también, la chimenea carecía de campana, subiendo el humo directamente por un gran agujero rectangular del techo que abarcaba más de la mitad del total del techo de la cocina. De aquí, el humo subía por la chimenea, de paredes inclinadas hasta desembocar fuera. La parte exterior de las chimeneas solía ser rectangular y de una altura mediana, normalmente sin sombrerete.
Los dormitorios o alcobas de éstas casas, podían variar en número, según las necesidades de la familia que originalmente construyese el edificio. Tenemos por ejemplo casas con tres o cuatro habitaciones y otras casas que solo tenían dos; una de ellas reservada a los cabezas de familia y otra en la que dormían juntos varios hermanos. Incluso en familias muy numerosas se daba el caso a veces en épocas remotas de que algunos miembros dormían en donde podían, haciéndose camas en lugares como portales, etc.
El mobiliario de los dormitorios varía en función de las épocas y del poder adquisitivo de los dueños, pero en una casa tradicional lo usual era encontrar camas sencillas con armazón de hierro, un simple armario de espejo y una cómoda o baúles de guardar ropa. Es en éste tipo de habitaciones destinada a dormitorio en donde los habitantes de las casas daban un toque más elegante a la decoración, pintando muchas veces de colores las vigas de madera del techo y también pintando frisos en la parte alta de las paredes o zócalos en la parte baja de las mismas. Los colores utilizados normalmente eran el verde tipo “óxido de cobre”, el azul “cobalto” y el rojo de Almazarrón. Los frisos de las paredes en ocasiones resultaban tener una gracia entrañable; normalmente consistiendo en dibujos decorativos de hojas y volutas.
El portal es otra parte muy característica de las casas típicas de Villa del Prado. Suele ser una habitación de gran tamaño por la que se accede a la casa y de él parten las puertas que dan a las distintas habitaciones de la casa, haciendo a su vez de recibidor y de pasillo. Los portales en muchos casos están poblados de tiestos con plantas de interior que les dan una atmósfera acogedora.
El sobrao es la estancia que ocupa toda la parte superior de las casas tradicionales. Puede ser totalmente diáfano o estar dotado de algún que otro tabique que lo subdivida. Está iluminado por ventanas que dan a la calle o por claraboyas y su techo es directamente el tejado de la casa, de rollizos y tablas. El sobrao es utilizado para guardar simiente, curar productos de matanza, guardar trastos en desuso y herramientas. Al sobrao se sube por escaleras que pueden ser desde unas sencillas escalas de palo hasta unas escaleras tabicadas, la mayoría de las veces, de escalones de madera, en donde se produce un gracioso contraste entre la cal de la pared y la madera gris y desgastada de los escalones.
Las paredes por dentro, son encaladas, aquí se dice "jalbegadas". La cal, denominada jalbiegue se da todos los años cuando llega el buen tiempo. Antiguamente pasaba un hombre vendiendo pellejos de conejo que luego servían para untar la cal en las paredes, actualmente se hace con brocha y pintura al temple. En toda casa típica no faltan objetos heredados de otras épocas como la capuchina dorada y el almirez de bronce. Por la pared, la influencia toledana con numerosos platos de Talavera colgados. En los patios, tiestos con flores, algún rosal, claveles, un pozo... componían es escenario más típico de nuestra arquitectura popular.
Desde ésta página abogamos por una protección de la estética tradicional de Villa del Prado, que repetimos, es siempre importante para mantener la identidad y belleza del conjunto urbano y también para ofrecer un pueblo atractivo de cara al turismo cultural y rural. En éste sentido, y debido al deterioro y diversas causas que están afectando negativamente al casco urbano tradicional del pueblo, es fundamental desarrollar en la actualidad un gran plan de recuperación, restauración, defensa del patrimonio arquitectónico popular y embellecimiento del total del casco urbano pradeño.
Por Juan Durán.
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