15/3/10

EL PARAJE DE LOS PINOS Y LA FUENTE DEL TURCO

Al norte del casco urbano de Villa del Prado comienza el terreno a escarparse y elevarse formando las faldas de los montes que cercan el pueblo por ese punto, y que a su vez éstos forman parte de las últimas faldas del Sistema Central, en el punto de encuentro de Guadarrama y Gredos. La parte norte del pueblo, es pues, montañosa; irregular; poblada de rocas, tomillos, jaras y pinos. Un lugar así se convierte en ideal para que las gentes del pueblo se animasen a pasear desde tiempos remotos, contemplando las bellezas naturales del entorno, donde la naturaleza pradeña cambia casi de golpe; pasando de la monotonía del llano al monte, tan solo unos cientos de metros detrás de las últimas casas de la zona norte del pueblo. El paraje comenzó a ser conocido con el nombre de "Los Pinos", pues en la zona se elevan numerosos pinos piñoneros con su largo tronco y enorme copa. Parte de ésta enorme cantidad de pinos concentrados unos cerca de otros fueron plantados a propósito tal vez a mediados o finales del siglo XIX, dando a éste lugar un aspecto único dentro de las cercanías del pueblo. Paralelamente el lugar se llenó de sombra y humedad, de hierba verde, de mantillo fértil para todo tipo de hierbas frescas, recogiendo además el lugar varias aguas bajantes de los montes; y así "Los Pinos" se convirtió en un lugar húmedo y fresco, muy apreciado por los vecinos para pasear por las tardes.

El lugar de Los Pinos sirvió para paseo de gente de todas las edades, celebración de la tradición de las merendillas del "Domingo Gordo" de carnaval, reuniones de jóvenes y también lugar de juego de niños. Y también un sitio muy bueno para que los ancianos respiren aire fresco y limpio y muevan las piernas. Un lugar tradicional en definitiva en Villa del Prado para el paseo y el disfrute del campo-monte. Hoy en dia es un poco mas complicado realizar ésta ruta, pues a mitad de camino, el sendero de "Los Pinos", que cruza una finca particular, ha sido cortado a mediados de la década del año 2000 por una de ésas puertas que se le ponen al monte hoy de moda, con sus altas alambreras y cercados, puerta "catalana" con rendijas en el suelo incluída, letreros con advertencias de sistemas de deteccion humana, y demás inventos estilo "Area 51" de la US Army. La puerta en sí puede abrirse, pues al parecer (y que se me corrija si me equivoco) el camino hasta la fuente del Turco es público, pero desde la instalación de ésta puerta no apetece ya a casi nadie realizar aquel tradicional paseo que hacían todos los pradeños, aunque el camino en su primer tramo sigue siendo un lugar interesante para visitar.


LOS "HOTELES" DE LOS PINOS
Precisamente el aire fresco, olor a pino y tomillo y jara, hizo que a finales del siglo XIX se instaurase por vez primera en Villa del Prado la por entonces nueva moda de construir "Hoteles". Y para ello, el lugar elegido fue el de Los Pinos. Y pongo "Hoteles" entre comillas, porque no se trataba de hoteles públicos sino de palacetes de descanso que por entonces se les llamaba hoteles, que eran construídos en las afueras de los pueblos de montaña por gente adinerada de Madrid y otras capitales. Una versión mas pequeña eran los "hotelitos", a los que hoy en dia se denomina como "chalets".

Éstos palacetes o casonas que hacían de segunda residencia para que en verano sus dueños descansasen respirando aire puro, se construían sobre todo por los pueblos de la sierra norte de Madrid, pero Villa del Prado, al tener éste paraje montuoso, también se convirtió en poseedor de dos "Hoteles", construídos entre finales del siglo XIX y comienzos del XX. Por aquella época; 1890-1910 también comenzó la construcción de numerosos hospitales para enfermos del aparato respiratorio en las montañas de Madrid, y es que por entonces la terapia de respirar aire de monte era totalmente recomendada y ordenada por la medicina de aquel tiempo. Y las clases adineradas corrieron presurosas a colonizar de "hoteles" y "hotelitos" muchos pueblos de la sierra.

Subiendo por el camino de Los Pinos nos encontramos con los dos "hoteles" antiguos, históricos, de Villa del Prado, antepasados de los actuales "chalets" y representantes de toda una época: A la izquierda, el "Hotel de Las Pilitas" y frente a él, a la derecha, el "Hotel de Vista Alegre", más conocido popularmente como "Hotel de Bofarull", por llamarse así de apellido sus antiguos propietarios.

El Hotel de Las Pilitas fue al parecer mandado construir por un matrimonio adinerado de Madrid apellidados "Cavaggioli-Maurici", que también fundaron obras benéficas y la parroquia de San Manuel y San Benito de la capital, donde fueron enterrados tras fallecer los esposos en 1901 y 1902 respectivamente. El edificio de Las Pilitas es de estilo Ecléctico: es decir, que mezcla diferentes tendencias arquitectónicas. Este estilo estaba muy de moda a finales del siglo XIX y principios del XX. Es un bello caserón de línea elegante con una torreta central, piedra en mampostería y ladrillo rojo formando dibujos. El edificio al parecer fue donado a la Iglesia Católica madrileña y durante muchos años funcionó como residencia de ancianos y en los años 1980 y 90 también lugar de encuentros de jóvenes. En la segunda mitad del siglo XX su encargada era una señora llamada Doña Jeroma. Hoy en dia es propiedad de un particular.

Su vecino de enfrente, el "hotel" de Vista Alegre, también de propiedad particular, tiene un hermoso aspecto, con una ancha torre en uno de sus extremos, construído también en estilo ecléctico con ladrillo de tejar formando dibujos en sus paredes; arcos, círculos y almenas. Pero es sin duda la naturaleza que los rodea la que contribuye de forma notable a acentuar la belleza de éstos caserones, escondidos entre pinos, ramas retorcidas y arbustos. La naturaleza que les rodea encaja dentro del paisajismo de moda en la época del romanticismo: el modelo llamado "Bosque Libre", de inspiración inglesa, en el que la jardinería o paisajismo, dejaba crecer las plantas de forma exhuberante y libre, con ramas zigzagueantes y fuertes zonas de sombra, mezclándose con las fachadas de casas y palacios.


LA FUENTE "DEL TURCO"
Tras dejar atrás la vista de los dos caserones, (actualmente aparece la puerta de la finca particular), el camino de Los Pinos sigue bordeando un arroyito, que es nada menos que la parte inicial del Arroyo de La Plaza, que antes cruzaba todo el pueblo por el centro. Varias decenas de metros mas adelante las sombras de los altos pinos desaparecen y se abre un gran claro de hierba verde en invierno y pequeños arroyitos de agua, y al frente aparece la conocida desde tiempo inmemorial como "Fuente del Turco". Aquí terminaba el paseo tradicional por Los Pinos. La fuente del Turco consta como tantas, de una fachada, en éste caso, de ladrillo, y una ventanilla tras la cual hay una cámara o hueco donde se acumula el agua que se desea coger. Éste agua de gran pureza brota directamente de los manantiales de la zona y llega directamente hasta la fuente. Generaciones de pradeños han acudido a ésta fuente a por agua y bebido en ella tras el tradicional paseo. La fuente fue dotada de una portezuela de metal que hoy en dia se halla arrancada. Durante mucho tiempo era usual ver cerca de la fuente un vaso o lata o frasco que usaba la gente para beber.

Terminado el tradicional paseo y visita a "Los Pinos" y "El Turco", los pradeños regresaban, algunos con un baston improvisado con una rama de arbol seca, muchas veces cruzándose con otros vecinos que subían también de paseo. Cientos de personas tendrán sus historias vividas en Los Pinos, diversión de gente joven, merendillas, paseos de novios, etc. Hoy en día éste pulmón verde sigue siendo un interesante lugar de paseo y tranquilidad, con el arroyo de la Plaza a un lado, los caserones vigilando el paso de los años, las zarzas y los enormes cactus y pinos que lo adornan.

Juan Durán

1 comentario:

  1. Es un paraje que habiendo humedad, crece la hierba y da gusto visitar.
    La fuente del Turco, estuvo nuy bien y acudía gente a beber y
    "peregrinar", pasar la tarde en la pradera; decayó cuando no hubo ganado, guarda y apareció el botellón, que casi la dejó caída, aparte de pintadas. Antes cualquier viandante solía estimarla y hacer "pequeño arreglo", por ser algo "colectivo e identitario" del vecindario, y ahora está dudosa de beber. Lugar tradicional de paseo de escolares y maestros en los años 60 a 80. j&A

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