UN RECORRIDO POR LAS GENTES HUMILDES DEL VILLA DEL PRADO DEL SIGLO XVIII Y SU INDUMENTARIA
Por Juan Durán
En unas recientes consultas que hice en el archivo parroquial de Villa del Prado descubrí unos pequeños datos que hoy nos ayudan a rememorar un poco algunos aspectos de la vida en el pueblo en siglos pasados. Son éstos datos sobre una historia y una vida entrañable y popular, que era la de las personas pertenecientes al pueblo "llano", es decir, una historia que no habla de grandes líderes, batallas o personajes que por su posición y hazañas fueron especialmente recordados para la historia, sino de los labradores de pueblo, ganaderos y pastores, cuya historia parece habitualmente perderse en la noche de los tiempos puesto que por aquel entonces no había ni fotografías; ni muchos sabían escribir diarios personales o recuerdos que hoy les identificase. Es por esto que la vida de los labradores y pastores de "a pie", o bien se ha disuelto su recuerdo con el paso de los siglos o en contados casos su memoria ha sido recordada durante generaciones de boca en boca, como "tipos populares", que muchos años después de su fallecimiento se les sigue recordando en conversaciones de calle, dichos o anecdotarios (Tenemos por ejemplo en Villa del Prado casos como el de "El Tío Gallo", "El Tío Ojocueva", y otros más); así como en otros pueblos se recuerda a personas del siglo XIX, viajantes, vendedores, toreros y labriegos que fueron famosos en su pueblo por algún hecho en sí o simplemente por su habitual o campechano trato con los vecinos.
Hoy en día, existen en Villa del Prado, como en todos los pueblos de España, apodos con los que se conoce popularmente a muchas personas. Quizá algunos de nosotros nos hayamos preguntado alguna vez cómo serían los apodos de siglos pasados. Hoy hablaremos de ellos. Por supuesto. desde hace más de 200 años, ningún apodo de aquellos ha llegado hasta hoy por línea directa, aunque sí se han repetido en el tiempo, pero siempre en personas o familias distintas, por lo cual éste artículo no pude de ninguna manera molestar a nadie, puesto que estamos hablando de hace más de dos siglos y además, con todo cariño y respeto por las personas en general.
En el archivo parroquial existe un libro del siglo XVIII en el cual se llevaban las cuentas y registros de una fundación benéfica que tenían los Duques del Infantado para vestir a los niños huérfanos y pobres del pueblo. Es en éste libro donde encontramos que muchos de los huérfanos de entonces son mencionados por sus apodos y no por su nombre y apellidos, seguramente porque así era más fácil identificarlos por el escribano que hiciese aquel trabajo. Leyendo éste libro encontramos unas listas de ropa asignadas a diferentes niños. Éstas listas nos cuentan dos cosas: Cuales eran los apodos populares de algunas familias del pueblo, y cómo se vestían los pradeños del siglo XVIII. Veamos a continuación unos ejemplos seleccionados de unas listas de los años 1780 y 1784, que transcribo:
- Al Hijo de "Pichones", unos calzones
- A Juan "Pomero", botines
- A Blas Benito, jubón y calzones
- A Lucas Serrano, casaca y calzones
- A "La Pocala", mandil y mangas
- A la "Pelendenga", unas enaguas
- A la "Pastorcilla", vestido entero
- Al "Manco de Mora", vestido entero
- Al "Manco de Carañas", vestido entero
- A un hijo de "Gilas", jubón
- A la "Coja de Calvote", vestido entero
- A felipa y María, hijas de "Ganguillas", vestido entero
- A "La Santa", unas enaguas
- A un hijo de "Chipolín", chupa, calzones, botas y camisa
- A "El Mudo", chupa y camisa
- Al de " La Tonta", chupa y camisa
(Éstos datos pueden encontrarse en las páginas 18 y 24-vuelta del libro de cuentas de ésta fundación, empezado en 1724).
Consultando libros especializados en ropa típica castellana y observando los trajes típicos regionales de la zona norte de Toledo y sur de Madrid, podemos hacernos una idea de cómo vestía a diario un pradeño del siglo XVIII: unos calzones y medias para las piernas , una camisa generalmente blanca, una faja para trabajar, y en momentos de descanso y días festivos, un chaleco oscuro y una chaquetilla corta o tal vez una casaca. El Jubón y la "chupa" serían los antepasados de actuales chaquetas y "cazadoras" para cubrir la parte superior del cuerpo y evitar el frío en invierno. Estarían tejidos en hilo de lana o Lino. Seguramente llevaban los hombres un sombrero similar al del traje típico de Toledo, de copa cónica o redonda. En ciertas fotografías antiguas de la plaza de toros de Villa del Prado, tomadas hacia la década de 1910, se puede apreciar si se mira con detalle a algunos hombres mayores, que a principios de siglo XX aún llevaban vestigios de traje "regional" en su ropa, así por ejemplo en una se aprecia un chaleco con faja y sombrero redondo de ala grande. Los niños llevarían una vestimenta similar a la de su padre y las niñas un vestido sencillo y el pelo recogido. Otra forma de aprender los usos de vestimenta popular es observar los cuadros de pintores de cada época que queramos investigar, cuando pintan escenas o personajes populares. Goya, Murillo y Velazquez son buenos ejemplos que retratan sus distintos tiempos.
En cuanto al traje de fiesta antiguo de las mujeres pradeñas, se recuerda mejor que el del hombre hoy en día, puesto que eran vestidos generalmente apreciados que se guardaban en arcones y que incluso personas mayores hoy vivas lo han visto de niñas. Gracias a ello, actualmente en algunas fiestas o celebraciones como la "hortelana", hemos visto en ocasiones niñas que llevan un traje regional femenino pradeño, confeccionado hoy en día por sus madres fijándose en como eran los antiguos.
Concluimos éste artículo volviendo a recordar a ésas personas que vivieron en Villa del Prado hace siglos, las cuales han sido en muchos casos nuestros abuelos y abuelas, aquellos pradeños de "a pie" que no destacaron por ningún hecho importante en sí, sino simplemente por dar amor y esfuerzo a sus hijos para que hoy podamos tener un pueblo hermoso. Aquellos pradeños que se vestían con botines y jubones, aquellos cuya memoria existe hoy gracias a los archivos parroquiales y municipales, los cuales guardan los nombres y apellidos de éstos abuelos de otras épocas. Y por supuesto, un recuerdo muy entrañable a ésos hijos de "El Mudo", de "La Tonta", de "La Pastorcilla", "Chipolín" y a "La Pelendenga", esos niños pradeños pobres que vivieron en 1780, y de los cuales nada sabríamos sin los archivos. Gracias a ello hoy podemos imaginar a aquel niño "Manco de Carañas" y la niña "Coja de Calvote" sonriendo y jugando seguramente con algún pedazo de madera, barro, piedrecitas, y una muñeca de trapo en cualquier esquina de cualquier calle de nuestro pueblo. Ellos forman parte de nuestra historia y de nuestro corazón.
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Por último, podemos aprovechar también y de paso, homenajear con éste articulo en general a los pradeños anónimos que a lo largo de la historia hasta nuestros dias hayan vivido con alguna dificultad económica o hayan padecido defectos físicos, cojeras, etc.
Muy interesante tú blog! he estado leyendo cosas y hay cosas muy interesantes.
ResponderEliminarSé que en Villa del Prado se celebran las torres humanas para la fiesta de la Virgén de la Poveda dentro de la ermita... y me gustaría saber si cuentas con algún artículo o alguna información que me pudiera servir ya que soy un madrileño aficionado a la antropología.
My email es mayrit@live.ie Espero tener noticias tuyas pronto.
un saludo.